El traspaso de Rafael Devers a los San Francisco Giants el 15 de junio de 2025 marcó un punto de inflexión en la MLB, no solo por el impacto del movimiento, sino por las razones subyacentes que llevaron a los Boston Red Sox a desprenderse de su estrella dominicana.

Red Sox y la verdadera razón por la que cambiaron a Rafael Devers

Según fuentes internas del equipo, la gerencia sintió que Rafael Devers, con su contrato récord de 10 años y $313.5 millones, no cumplió con las “responsabilidades” esperadas de un jugador de su calibre, lo que desencadenó su salida. Pero, ¿cuál fue la verdadera razón detrás de esta decisión?

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La relación entre Rafael Devers y los Red Sox se deterioró tras una serie de conflictos públicos en 2025. Todo comenzó con la firma de Alex Bregman en febrero, que desplazó a Devers de la tercera base al rol de bateador designado.

A pesar de su inicial resistencia, Rafael Devers aceptó el cambio, aunque expresó sentirse engañado por rumores desmentidos sobre Bregman y Nolan Arenado.

La tensión escaló cuando, tras la lesión de Triston Casas en mayo, la gerencia le pidió a Rafael Devers jugar en primera base, una posición que rechazó categóricamente.

En declaraciones a la prensa, Rafael Devers criticó a Craig Breslow, afirmando que el equipo “no cumplía su palabra” y lo ponía en una situación injusta al esperar que cubriera múltiples roles.

Estos enfrentamientos públicos, sumados a la percepción de que Rafel Devers no estaba dispuesto a adaptarse para el bien del equipo, agotaron la paciencia de la gerencia.

A pesar de su gran año ofensivo (.301, 14 HR, 56 RBIs hasta junio), los Red Sox, con un récord mediocre de 33-36, priorizaron un cambio estratégico. A cambio de Rafael Devers, recibieron a Jordan Hicks, Kyle Harrison, James Tibbs y José Bello, apostando por talento joven y flexibilidad financiera.

En resumen, el cambio de Rafael Devers no fue solo por su negativa a jugar en primera base, sino por una fractura en la confianza mutua, exacerbada por una comunicación deficiente y expectativas no alineadas. Para Boston, fue un mensaje claro: nadie está por encima del equipo, ni siquiera una superestrella.