La eliminación de los Mets en la temporada 2025 de Grandes Ligas no solo representa una decepción deportiva, sino también un fracaso financiero de gran magnitud. Con una nómina que alcanzó los 323.1 millones de dólares, el club de Nueva York se convirtió en uno de los equipos más costosos de todo el beisbol. Sin embargo, el dinero invertido no se tradujo en un pase a la postemporada, después de caer en el último partido frente a los Marlins de Miami.
La estrategia de la directiva de los Mets se centró en asegurar a tres de sus principales figuras: Juan Soto, Francisco Lindor y Pete Alonso. Contratos millonarios que elevaron las expectativas a un nivel máximo entre la afición. No obstante, la realidad terminó siendo distinta, dejando en evidencia que la inversión, por sí sola, no garantiza resultados inmediatos.
Mets gastan millones para nada
La firma de Juan Soto fue la más llamativa, con un contrato histórico de 15 años por 765 millones de dólares, que incluso podría superar los 805 millones en valor global. A él se suma el compromiso de larga duración con Francisco Lindor, quien aseguró 341 millones por 10 temporadas, consolidándose como uno de los shortstops mejor pagados de la liga. Por su parte, Pete Alonso firmó un acuerdo de dos años y 54 millones, con un salario de 30 millones solo en 2025 y la posibilidad de salir del contrato al finalizar la campaña, algo que ya confirmó que realizará.
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En conjunto, estos contratos impulsaron a los Mets por encima de los umbrales del impuesto de lujo, obligando a la organización a asumir costos adicionales más allá de los salarios. Sin embargo, el desenlace en el terreno de juego fue muy distinto al proyectado: un equipo con figuras de élite, pero sin la consistencia suficiente para alcanzar la postemporada.
El contraste entre gasto y rendimiento deja a la franquicia en una encrucijada. Si bien poseen a tres de los jugadores más talentosos y mejor pagados de la MLB, la eliminación temprana obliga a la gerencia a replantear la manera en que construyen un plantel competitivo. En el beisbol, gastar no siempre significa ganar, y los Mets son ahora el ejemplo más claro de ello.