Aaron Judge es, sin dudas, uno de los bateadores más temidos de las Grandes Ligas. Su poder descomunal y sus temporadas históricas lo han convertido en la cara de los Yankees de Nueva York y en un ícono moderno del béisbol, pero hay algo que no se puede ignorar.

Sin embargo, hay una estadística que lo persigue cada octubre y que pone en duda su efectividad en los momentos de máxima presión: su producción ofensiva con corredores en base desde la séptima entrada en adelante en playoffs.

Según los registros, Judge apenas registra un miserable promedio de bateo de .158 en estas situaciones críticas. Un número que contrasta radicalmente con el peso de su nombre y con lo que se espera de él como principal figura de los Mulos del Bronx.

El peso de la expectativa

Los Yankees, históricamente conocidos por construir su legado en base a héroes de octubre, necesitan que su capitán sea determinante cuando más lo requieren. Sin embargo, las cifras revelan que, llegada la hora de la verdad, Judge no ha estado a la altura de lo que demanda la franquicia más exitosa del béisbol.

Un bateador de su calibre genera expectativas de cuadrangulares oportunos y batazos que definan partidos. Pero hasta ahora, esa versión de Judge rara vez se ha manifestado en instancias de alta tensión.

¿Una debilidad que limita a los Yankees?

No se trata de restar valor a su temporada regular, donde Judge ha demostrado ser uno de los mejores peloteros de la era moderna, sino de reconocer que en octubre los partidos se deciden en detalles, y los Yankees no pueden depender únicamente de su cañonero en momentos de clutch.

La realidad es que, hasta ahora, el capitán ha sido más un espectador forzado en esos instantes decisivos que un protagonista. El dato del .158 no es un simple tropiezo: es un patrón que podría condicionar el futuro inmediato de Nueva York en los playoffs.

Aaron Judge aún tiene tiempo para darle la vuelta a esta historia. Grandes leyendas del béisbol, incluidos ídolos de los propios Yankees, pasaron por momentos difíciles antes de brillar bajo las luces de octubre. Sin embargo, hasta que no lo haga, los números seguirán siendo una sombra que lo acompaña y que alimenta las dudas sobre su capacidad de responder en el escenario más exigente del béisbol.