El joven venezolano Carlos Narváez de los Red Sox de Boston, se ha ganado la comparación con el legendario Yadier Molina cuando estaba en sus años de novato y es por una razón muy clara: nadie le puede correr las bases.

En lo que va de temporada, Narváez ha logrado retirar a 25 corredores en intentos de robo, liderando la liga en este renglón defensivo. Y no obstante, posee 8 carreras salvadas, también líder entre los de su posición. Su capacidad para neutralizar la velocidad de los rivales ha cambiado la manera en la que los equipos enfrentan a Boston. El simple hecho de ver su nombre detrás del plato genera respeto y, sobre todo, miedo en los oponentes.

Un cambio que sorprende a todos.

La historia de Carlos Narváez con los Red Sox comenzó de manera inesperada. Durante la temporada muerta, los Yankees de New York decidieron cambiarlo a su eterno rival a cambio del prospecto Elmer Rodríguez-Cruz y un jugador a ser nombrado más tarde.

La decisión sorprendió, ya que el venezolano había hecho su debut en Grandes Ligas el año anterior con los Bombarderos del Bronx. Hoy, la fanaticada de los Yankees ve cómo dejaron escapar a una promesa que se está consolidando con el uniforme de Boston.

De promesa a titular indiscutible.

Desde su llegada a los Red Sox, Carlos Narváez se adueñó de la receptoría y se ha convertido en una pieza fundamental para el equipo. No solo brilla defensivamente, sino que también proyecta como uno de los favoritos para ganar el Guante de Oro. Además, por su impacto inmediato, su nombre ya comienza a sonar como un posible finalista al premio Novato del Año.

El nuevo Yadier Molina, pero venezolano.

Lo que más impresiona es cómo Carlos Narváez ha replicado ese mismo respeto que en su tiempo imponía el puertorriqueño Yadier Molina. Los corredores piensan dos veces antes de salir hacia la segunda base cuando él está detrás del plato. Su rapidez, precisión en el brazo y lectura del juego han hecho que su presencia marque la diferencia en cada partido.

Molina, en sus años de novato entre el 2004 al 2006, también llegó a la liga como ese joven sensación al que debían pensarlo antes de intentar robarle una base, y encima, podia hacer lo suyo con el madero y es justo lo que ha estado haciendo Carlos Narváez, quien también posee .721 de OPS con 10 jonrones, 36 carreras remolcadas, 43 anotadas, 77 hits y 21 dobles.

Hoy la narrativa es clara: los Yankees entregaron a su eterno rival una joya en desarrollo. Mientras en Nueva York se preguntan qué hubiera pasado si hubieran apostado por él, en Boston disfrutan de un receptor que promete ser protagonista por muchos años.