Un día después de que Justin Verlander confirmara que tiene la intención de seguir lanzando en la temporada 2026, los Dodgers de Los Ángeles hicieron oficial lo que muchos sospechaban: el retiro de Clayton Kershaw al término de la presente campaña. Dos noticias que, aunque contrapuestas, simbolizan el contraste entre dos carreras que marcaron una época en las Grandes Ligas.

Un debut que conecta historias

El 25 de mayo de 2008 fue una fecha que unió, sin saberlo, las trayectorias de ambos. Esa tarde, un jovencísimo zurdo llamado Clayton Kershaw debutaba en la rotación angelina con apenas 20 años. Su recta eléctrica y su curva legendaria empezaban a mostrarse ante el mundo.

Ese mismo día, al otro lado del calendario, Justin Verlander disputaba ya el partido número 75 de su carrera. Para entonces, el derecho de los Tigres de Detroit había pasado por el Juego de Estrellas, conquistado el premio al Novato del Año y sumaba 37 victorias con 467 entradas lanzadas. Mientras uno comenzaba a escribir su historia, el otro ya era considerado un lanzador consolidado en la élite.

Desde aquel debut, Verlander ha sido testigo de cómo generaciones enteras de grandes lanzadores llegaban y se marchaban del béisbol. Entre los que vio brillar y después despedirse están nombres de peso: Félix Hernández, Jon Lester, Cole Hamels, Adam Wainwright y Aníbal Sánchez. Todos ellos, referentes en su momento, colgaron los spikes mientras Verlander aún sigue reinventándose y adaptando su repertorio.

Clayton Kershaw, por su parte, no necesitó tanto recorrido para alcanzar la inmortalidad. Su dominio absoluto durante la década de 2010, su trío de premios Cy Young, su MVP y su rol clave en la Serie Mundial de 2020 lo colocan entre los mejores zurdos en la historia del béisbol. Sin embargo, el desgaste físico y las lesiones de hombro y espalda lo empujaron a tomar una decisión que parecía inevitable: decir adiós tras 17 temporadas de excelencia.

Dos legados, un mismo respeto

El contraste es evidente. Mientras Verlander, con 42 años, insiste en alargar una carrera que ya está asegurada para Cooperstown, Kershaw se despide con apenas 37, pero con un legado igual de brillante. Ambos representan caminos distintos hacia la inmortalidad: uno por longevidad, otro por un pico de dominio difícil de igualar.

La noticia de su retiro deja un vacío enorme en la rotación de los Dodgers, pero también abre paso a la nostalgia y a la gratitud de una afición que disfrutó de cada lanzamiento de su as. Y al mismo tiempo, pone en perspectiva la extraordinaria resistencia de Verlander, que se ha convertido en un testigo privilegiado del cambio generacional en las Grandes Ligas.

En 2026, cuando Verlander suba de nuevo al montículo, lo hará en un mundo sin Clayton Kershaw. Y aunque sus caminos tomen rumbos distintos, el béisbol ya los ha colocado en la misma conversación: la de los mejores lanzadores de su tiempo.