El mundo del béisbol sigue boquiabierto con la nueva faceta de Juan Soto, quien desde sus días de prospecto como un bateador élite, pero un corredor lento, el dominicano ha roto todos los pronósticos en su octava temporada en las Grandes Ligas al registrar nada menos que 30 bases robadas y contando. Una cifra que multiplica con creces su mejor marca anterior, fijada en apenas 12 robos a lo largo de una campaña.

Juan Soto, quien siempre ha destacado más por su paciencia en el plato y su poder de contacto que por su velocidad, sorprendió a propios y extraños no solo con la agresividad en las bases, sino también con la eficiencia para convertir cada intento en éxito. De inmediato surgieron las comparaciones, los elogios y la inevitable pregunta: ¿qué cambió para que el “Soto shuffle” se convirtiera en un ladrón de bases?

La respuesta llegó del propio Soto, quien no dudó en revelar el secreto detrás de esta inesperada transformación. Según el jardinero de los Mets de New York, el verdadero artífice de su nueva arma es el coach de primera base del equipo, Antoan Richardson.

Richardson, un exjugador que apenas disputó 22 juegos en Grandes Ligas, había permanecido desde 2019 trabajando en las oficinas y dugouts de los San Francisco Giants hasta que en 2023 se unió a los Mets como coach de primera. Su rol, discreto para muchos, terminó siendo fundamental en la carrera de Soto.

“Antoan hizo un trabajo increíble. Me ha ayudado desde el primer día. Le doy todo el crédito”, confesó Soto ante los medios tras alcanzar su trigésima base robada de la temporada.

Con estas palabras, queda claro que más allá del talento natural de Soto, el detalle técnico, la preparación mental y el estudio de lanzadores que aporta Richardson han sido determinantes para que el dominicano sume a su arsenal una herramienta que pocos esperaban. Hoy, con 30 robos en su haber, Juan Soto no solo es uno de los mejores bateadores del béisbol, sino también una amenaza constante en las bases, gracias al trabajo silencioso de un coach que ha encontrado en él su alumno perfecto.