Lo que inició como una pesadilla para Willy Adames en su nuevo hogar en San Francisco, ha comenzado a transformarse en una historia de redención. El campocorto dominicano, quien firmó un contrato de 182 millones de dólares por ocho años con los Gigantes, tuvo unos primeros meses difíciles con el uniforme negro y naranja, en los que no logró responder a las altas expectativas ofensivas que lo acompañaban desde Milwaukee.
¿El efecto Devers?
Sin embargo, desde el 17 de junio, fecha en la que los Gigantes adquirieron a su compatriota Rafael Devers en un sorpresivo movimiento que sacudió el mercado, Adames parece haber dado un giro radical en su desempeño en el plato. En los 20 partidos disputados desde entonces, el torpedero ha bateado para un impresionante promedio de .328, conectando 22 hits, incluyendo 3 cuadrangulares, con 13 carreras impulsadas y 14 anotadas.
Más allá de los números, el cambio ha sido evidente en su lenguaje corporal, confianza y consistencia. La llegada de Devers no solo fortaleció la ofensiva de San Francisco, sino que también pareció inyectar nueva energía en Willy Adames, quien ha declarado en ocasiones anteriores lo importante que es para él rodearse de compañeros con quienes compartir raíces y química dentro del clubhouse.
Este repunte llega en un momento crucial para los Gigantes, que luchan por mantenerse en la carrera por la postemporada. Si Adames logra mantener este nivel, podría no solo justificar la fuerte inversión de la organización, sino también convertirse en la pieza clave que San Francisco esperaba al firmarlo como su torpedero del presente y futuro.